Él es un hombre como cualquier otro,
puedes encontrarlo caminando por ahí
sin siquiera voltear a verlo,
pero cuando sonríe ilumina el mundo.
Él vive en un mundo increíble
lleno de música y colores,
de letras, fantasías y realidades
que a veces hieren.
sereno y tranquilo,
aunque a veces cuando sube la marea
puede convertirse en una tormenta.
Él es la otra mitad de mi corazón,
la pieza que faltaba en mi rompecabezas,
es lo que siempre anhele,
pero no puedo tener.
A él le desnude el alma, antes que el cuerpo
porque acariciarle sin tocarlo era igual
del placentero que rosar su piel.
Él prefiere tomar un té, mientras yo tomo café
y me acaricia las manos mientras hablamos.
Él me mira a los ojos y puede ver el universo
dentro de ellos, aunque no logre descifrar
la mayor parte del tiempo todo lo que pienso.
Él me hace soñar con lugares que aún no
conozco, con momentos que aún no suceden,
con historias donde él y yo somos felices.
Él me provoca las ganas de perderme un día,
una noche, en su cuerpo y despertar rodeada
de sus besos.
Él me llena la vida de momentos, de pequeños
instantes que como luciérnagas alumbran
el sendero que he de caminar.
Él es el hombre de mis sueños,
tan deliciosamente cierto y
tan dolorosamente irreal.
Él me enciende las ganas de amar intensamente.
— GisMar (@Ella_Luna_) abril 15, 2014
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