lunes, 3 de marzo de 2014

Sin principio, ni fin.

De vez en cuando me gusta jugar al amor, pensar que me amas, que podemos ser felices un día de estos, que cuando cierras los ojos piensas en mi y no en las caricias de otras mujeres que han pasado por tu cuerpo, por tu mente, por tu vida.

Pero no me queda más que conformarme con los momentos que te tengo en mi vida, en mis brazos, bajo las sabanas, hasta que miras el reloj y ves que se te hace tarde, para ir a donde sea que vayas, pocas veces logro retenerte un poco más hasta que el tiempo se nos viene encima y empieza a ahogarnos la rutina.

Esa rutina, que nos asfixia cada vez más , que no nos permite estar, que me roba los momentos tan cortos en los que puedo amarte y tu siempre con prisa de todo, esa prisa que mata, que genera ausencia, pero dime que puedo hacer con el cariño repartido, entre las horas que compartes conmigo y la vida que le das a ella.

Y yo con mi desesperación por llenar el vació, lo poco que me das ya no es suficiente, yo necesito de ti, de esa entrega que va mas allá del tiempo, de la prisa, eso es lo que siempre busco en ti, pero para ti hundirte en mi cuerpo es más que suficiente.

A veces quisiera gritarte a la cara todo esto que me ahoga el corazón, pero no tengo el valor para decirte que estoy harta de ti, de sentirme vacía cada vez que te veo salir por esa puerta, decirte que me enferma tu frialdad y que me cuesta afrontar que me equivoque, que solo eres una ilusión del hombre que yo amo.

Pero es más fácil callar todo lo que me molesta de ti, de esta absurda relación, sin principio, sin fin, sin importar que muero poco a poco por la falta de amor y de sueños compartidos, por cada lagrima que he derramado cuando me quedo más sola a tu lado.


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