Estas aquí, pero no te siento en esta habitación que conoce nuestra historia, mucho menos en mi cuerpo, subes, bajas, vienes y te vas, así como si nada, yo ni te pienso siquiera, prefiero cerrar los ojos e imaginar que en verdad te amo, que aún deseo tus caricias y que tus besos no son tímpanos de hielo recorriendo mi piel.
No me pidas que te diga que te amo, no me gusta mentir en las cosas del corazón, mucho menos en esos momentos tan íntimos, mejor solo fingimos que nos amamos, que lo disfrutamos, que nos entregamos, hasta puedes pensar que soy otra mujer, una que te guste más, que te haga vibrar, me da igual si dices mi nombre o el de cualquier otra, de todos modos no me siento yo cuando según los protocolos hacemos el amor.
Me pregunto porque no me abandonas, porque no haces tus maletas y te vas, yo soy demasiado cobarde para hacerlo, me gana la inseguridad que me ha dejado la soledad que comparto día a día contigo, al ver tu cara de hastió cada mañana cuando despiertas y me ves igual que siempre; a tu lado, empezando la rutina de cada día , con las mismas palabras, las mismas caricias, a la misma hora de siempre.
No entiendo porque sigues aquí llenando los espacios de esta casa con desilusión y con sueños rotos, que solo retumban como eco entre estas paredes.
Y así poco a poco, suspiro a suspiro, la llama se apagó.
— GisMar (@Ella_Luna_) enero 20, 2014
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